Esta vez sí.
Ley de vida, cada cosa en su sitio.
Antes de que viera cómo cambiaba todo, comencé a marcharme.
Antes de que termináramos por ser otros, todo esto acabó de una forma como cualquier otra.
Regreso a esta página mucho tiempo después. Leo lo que se antepone, y parece ajustarse dolorosamente a cuanto me desangra estas semanas últimas.
Cada vez más necesito cerrar los ojos, reducirme a un túnel cerrado pero comprensible desde donde podría esperarte.
Solo en muy raras ocasiones siento esta respiración subiendo y bajando mi pecho, acompasadamente, perentoriamente sin duda. En todo caso, muy cerca de sentirte en esta paradoja de no saber de ti.
Este no tenerte de estos días resulta como una mala , una pésima broma nacida como un fraude triste. Careció de sentido perderte, y este fenomenal orgullo apaga, una tras otra, todas las velitas ilusionadas que hubieron de quedar en alguna parte.
El último sin ti ni siquiera puede prometerme que hay estrategias o tácticas que salven la victoria, o preserven la vida. Una vida que, por increíble que parezca, es capaz de probarse como aún menos que no tenerte a ti.
