Alientos en la Lluvia

Alientos en la Lluvia

domingo, 28 de diciembre de 2014

Rescate


Todo en restrospectiva no es sino esbozo, un susurro inesperado de los vientos que dicen adiós..

Ella era un apunte cosido de la suma de muchos momentos, que no le alcanzaban para hacerla personaje o persona completa.. estaba objetivada, claro está, pero los recuerdos traen mala suerte.. ¿lo podía saber ella?
El viajero no conservaba fotografías; renunció a estas un día, cuando dejó de creer. ¿El año? No quieras hacerle recordar; no quiere ya valer para según qué cosas.
Le sobrevinieron las decepciones, que tuvieron al menos el inesperado tacto de llegar por turnos, una detrás de la otra. Lo cierto es que terminaron por no enfadarle, y ya ni tan siquiera le salía el mostrar cuando se le rompía aquel corazón que, por lo demás, ya no pasaba de ser un amasijo de remiendos pasados de moda u oportunidad.

De vez en cuando, el pasado que asalta. El pasado no tiene conciencia, carece de perspectiva y compasión. Se sentía él a veces como un animal herido, es cierto, pero no podía esperar ningún premio por ello; simplemente terminaba por llegar a casa tras el ruido de las jornadas de la tristeza, y no había nadie en la oscuridad.. ¿Hola, invisible nada..? -susurraba- Nadie en respuesta.

Deseó que ella escapara de las letras y de las páginas-prisión, que viajaran juntos una única y definitiva vez hacia el tiempo, y que se detuvieran unos días en este...lejos...
No obstante, este viajero nunca fue consciente de que sí, hubo un tiempo en que importaban las historias, y el sentido se daba por descontado; linealidad, una sucesión de hechos, que llevaba a cabo o sufrían sus héroes: fácil. Pero, no muchos años más tarde, la superficie se transformaba en improbable bajo sus pies, paulatinamente, con el resultado de que esas historias entrañables llovían como papel mojado sobre los océanos de ideas estériles, los cuales le engulleron una noche, inadvertidamente, mientras soñaba:
A ver..cojo una, dos, unas cuantas..no, imposible..! fragmentos truncados, sentidos amputados, retorcidos en una lógica absurda y remota.. comprendo escenas que asaltan la lectura, sí, pero no hay ni siquiera acciones, objetos.. incluso cuesta reconocer a personaje alguno... veamos..el cabello ondulado, interminable, de una mujer , que es joven, parece ser.. una mirada que no se detiene para que pueda ser enfocada y congelada en la tinta y el papel; ya no hay seguridades.. tal vez su aroma corporal, pero no, demasiado furtivo todo esto.. -

Le pidió que no le abandonara.. le pidió creer un poco más en él.
El mundo estaba desintegrándose; ya no servía la perspectiva única que podía explicar todo. Sus ruegos:

Personaje mío, mujer perfecta. Querido personaje. ¿Fuiste real? ¿Te he logrado al fin hacerte real simplemente por escribirte aquí, en papeles..? -

Cuando ya no tuviera fuerzas para escribir, ni energía para pensar, le aterraría dejar abandonadas aquellas líneas finitas.. eran cárcel acabada de cuanto él fue.
Apenas engendraba letras, líneas, ellas le miraban inertes desde su inmortalidad, altaneras, frías; su verdad era su testigo, y ya le parecía verse tan solo como vapor que se ha desvanecido...

Escorado y naufragando una noche de alcohol, le prometió solemnemente, ante el mundo y ante la soledad de la verdad, que un día vendría a buscarla, cuando ella, persona-personaje, alcanzase la inmortalidad plena de no pertenecer a ese ámbito triste y que la concluía de los diarios, de las fotografías, de los relatos. En ese trance último en el que sus párpados descendieran, no iba a estar sola. La última historia galopaba hacia el punto final, y el aroma de la nada la engullía.
Mas, sin embargo, él le cogería de sus pequeñas manos, y la rescataría de la dimensión eterna.
Sería ella inaprensible, imprevisible, exactamente lo que ella o él fueron antes de ser escritos:   posibilidad frente al destino.

El viajero se detiene junto a una gran estrella blanca, en el interior azuloscuro de la constelación de Sagitario; el destino le exhorta a que no cese de viajar jamás, pero él se confiesa aplastado por la inercia que es vivir más allá de las páginas y de la primera vida.
Alguien deja sus manos paternales sobre sus hombros, y le dice:
no tienes más remedio que llegar vivo al instante de tu muerte -
Y no, ella no te espera -


miércoles, 3 de diciembre de 2014

Tres letras


Sí, Solo tres.
Pero te contienen, te llevan y me llevan hasta ti, en los momentos del espacio caprichoso.
Tres letras que son el mar y una duna antes de que un sol se ponga un día cualquiera;
que son sillas viejas y descoloridas bajo unas escaleras, que son lágrimas, que son risas, que tuvieron fin.
Un año, dos años y finalmente, tres también.
Tus tres letras madrugan, se ovillan tardes y noches en que tanto leer cerraba los ojos, te confiaba sobre más sueños posados sobre etapas que hay que dejar atrás, por más que duelan, por más que amarguen hechas humo sin vuelta atrás.
Parques de columpios, tiendas de ropa, unas pipas, chupa-chups, mi dolor de espalda, un trago que se atraganta, el dolor de alma;
croissants en las mañanas pasadas en unos lugares que son tránsito, pero con algunos que otros espíritus que flamean sin descanso, imperecederos.

Más de tu media vida está viviendo abrazada al algodón cariñoso gastado, gris ceniza, de tu amor a una fiel y eterna amiga, que forma tan parte de ti como cada pensamiento que has iluminado,
como cada fe que impele cada día más a tus zapatillas para que avances, pero llevándola contigo,
ya sea en tus brazos que la acaricien, ya sea en los brazos de tu cariño, ya sea en la nostalgia infinita y pura que perviva siempre en los cielos septentrionales.

Tres letras y un tres de diciembre se columpian por encima de tres años, que son solo margen tras el cual ya ni te distingo.
Sopla y sopla esta madrugada más y más viento desde lejos,
y vender el mundo es tristeza, porque nadie lo quiere, porque no lo queremos. Ese viento no sé si es esperanza, nostalgia, el fin de que, de una vez por todas, se me quiebre el pecho.
Se han vendido meses atrás las últimas despedidas. Es cuento viejo, no es noticia. El último puesto de esperanza cerró brillando aún bien fuerte el postrer estío, pero se estaban agotando los abrazos, y solo quedaban frases escasas deslabazadas, acres y hondas como espadas interminables, subterráneamente humanicidas.

Cierro los ojos y cuento hasta tres. Tres años abrazando tu recuerdo. Un abrazo larguísimo, tanto como un nombre que sea capaz de tanto y de más allá.
Pero tschh... es vapor de vacío, tan solo es eso.
Se cierran los ojos y siempre queda soñar con abrazarte una última vez, por toda una vida de tres letras, de tres años.
Me dicen en el país de los sueños que te vuelvo a perder. Pero es igual. Quiero regresar hasta aquel tiempo atrás en que no existías, y volver a contar los años
aunque vuelva a perderte una vez más.