La
promesa de un infinito de luz se apacigua, y me fragmenta en la
velocidad y en esta tenue llama que me lleva a través del tiempo...
Acostumbro la
mirada, y percibo otros rayos de vida a mi alrededor, quemándose y
viajando a diversas distancias.
Parpadeo, y ya 20 años hizo desde que me
encendieron.
Nuevas luces deflagran, y una muy chiquita, azul como
espejismo, se agarra a mi destino de tonos indefinidos.
Montañas, atardecer, el mar triste de invierno..
Entorno los ojos, y
comienzan a quebrantarse mis llamas y todo aquello que darán de sí..
El pequeño rayo de aquella vida que me cogió de la mano me aprieta con fuerza en todo lo que ya estoy dejando de ser.
El pequeño rayo de aquella vida que me cogió de la mano me aprieta con fuerza en todo lo que ya estoy dejando de ser.
Pero ya no pienso, ya no recuerdo, es todo...
Ella abraza mi rayo que ha
quedado vacío, desangelado y atrás en la carrera que no cesa del
espacio,
mientras yo sigo y sigo corriendo, ya sin pista ni espacio donde se refleje la sombra de lo que fue mi alma.
Late con fuerza el corazón, y todo cuanto es el espacio que conozco retumba y se contrae, se expande y se encoge ante mis ojos, que ya saben que están soñando lo que fue existir.