Alientos en la Lluvia

Alientos en la Lluvia

viernes, 18 de octubre de 2013

Es Niebla




Es ésta la mía, una vida de simulación.
 Aún a mí se me antoja demasiado penosa, la tarea de replantearme las cosas, ser capaz de una gran introspección, y en consecuencia renunciar a los pocos aunque valiosos frutos, de los que he sido capaz de apoderarme durante tantos años. En estos instantes del día, tan queridos por mí, sé que nadie puede alcanzar mi verdadero ser. Ahí abajo, infinitas personas se apresuran o se dejan ir, engañados e ingenuos, frustrados y errantes. ¿Soy uno entre ellos? Para ser justos, he sido capaz de que nadie se preocupe por esa circunstancia en cuanto a mí concierne, mi auténtica vida, y en resumidas  cuentas, quién soy yo realmente.
Car, sigue hablándome de amor. Por favor, no permitas que este silencio triste robe nuestras palabras – Ella le llamaba así para establecer una diferenciación, en el fondo ilusoria, para con el resto de quienes le trataban. A él le molestaba, pero muy poco. A pesar de tantas personas como habían desfilado por el imaginario que conformaban sus recuerdos, no podía evitar sentir tristeza ante estos destellos de luz, enteramente ilusión. Se decía que, los auténticos sentimientos debían semejar algo parecido, pues los resultados, devastadoramente dolorosos en ocasiones, habían obrado una reacción idéntica en aquellos a quienes mintió y traicionó. Nunca creyó que verdaderamente careciera de sentimientos, pues ciertamente sufría sin control ni medida, y de forma continua. La diferencia radicaba en albergar éstos hacia los demás. Asistía, atribulado, a la forma en que aquellas mujeres se sintieron desgarradas, y ansió, amó tales sufrimientos. Llegó a convertir en un arte propio, el lograr la realización de una apariencia acorde con el dolor que sentía la persona en cuestión. Se esforzaba en que nada, ningún gesto que se pudiera percibir en él, delatara cuán lejos de aquella persona se hallaba. Los primeros años, con sus tempranas y cuasi inofensivas delaciones, le proporcionaron a su ego un gran aumento en su autoestima. Se sentía libre de todo dolor y debilidad, y permanecer impasible y aislado entre todas aquellas emociones, y gente que, bien se excitaba, alegraba, entristecía o lloraba, le encumbraba haciéndole sentir especial, mejor que nadie.
No tardó en mentir acerca de cómo se llamaba, acerca de su formación, de sus obras. Finalmente, llegó más allá, y lo hizo sobre sus aspiraciones, y sobre sus sueños. No fue difícil en absoluto. Lo sería el intentar regresar a aquel lugar, del que ya no quería ni pensar. Desarrolló una gran carrera, pues su gran capacidad de permutación, asimilación y mimetismo le dotaban de un ilimitado abanico de habilidades, con el tiempo. Todo trabajo que ambicionó fue conseguido. Cualquier logro laboral, brillantemente logrado. Él sonreía lacónicamente, mientras era felicitado calurosamente. Entonces sentía tristeza, sino una empática furia por la estupidez que no cesaba. No es que no tuviera límites. Deseaban creer que él los desconocía. Siempre se desea creer en alguien, y más si éste nos los pide. Él prometía y prometía, y sencillamente les bastaba. Su vida había devenido en una espiral absurda e interminable, de una proporción tal como su entera vida de adulto. Lo más aterrador era que funcionaba, sin el más mínimo atisbo de resbalar.
Hoy, y sentado sobre esta piedra, veo la esfera solar en los límites del lejano horizonte, y un intenso escalofrío recorre mi piel, mientras siento que el sol se desvanece. Así como el día puede permutarse, me pregunto si algún día seré capaz de regresar hacia quien realmente soy. Me pregunto si lo que hay allí no es más que niebla, y si en realidad mi verdadero ser no es nada, más allá de mis palabras que mienten, cada instante que respiro mi vida.